Esperando por la luz.

En la calma terrible de la soledad mental se esconde la noche. La frialdad nocturna es la única frazada disponible. Por más que grite, la voz se ahoga. Por más intente, el pozo se hace más profundo. Aunque trate de salir, es inútil y solo desgasto mi vida en el proceso. Pero sentarme y ver el tiempo pasar es peor que morir por su engaño.

Aunque aveces prefiera el silencio, hoy quisiera escuchar los gritos de los perdidos, haciendo coro en el ocaso de mi mirada. Pero la realidad es que me encuentro entre la malvada y la pared. Porque algo de maldad debe tener si entre aves cuenta con leones. Si al mirar al cielo decidimos ver el vacío, su inmensidad nos arropa y nos diluye en su tristeza, mas si vemos las estrellas, su luz nos deslumbrará.

La solución es única, pero el dolor que conlleva se encuentra arraigado en sus cicatrices. La respuesta del destino no será favorable ni para el cantante, ni para la musa y mucho menos para la canción. Es por eso que sostengo las riendas de mi cordura con fuerza, para no perder la civil actitud que me mantiene sumiso, consciente de su daño, y aun así permitiendo su efecto inaudito.

Cuando acabe la noche, espero ver el rojizo y el naranja reflejarse en mis preocupaciones y disiparse con la noche, para que con el rocío se alimente nueva vida. Un fresco comienzo, donde este malestar no tenga cabida. Sin embargo, aun faltan 100 décadas antes de que el sol muestre su rubio y ruborizado rostro por estos lares. La luz me encontrará sentado, y mis ropas, manchadas de mi hemoglobina, quedarán vacías y serán olvidadas por ti y tus páginas de mentiras.

"Que sea lo que tenga que ser, y no me molestes más con tus pequeñeses" susurró mi alma, y yo le reproché su atrevimiento. Si tiene el coraje de hacerme creer que no vale la pena, que por lo menos lo diga cantando...

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